Según el artículo llamado «En busca del pelo perdido» de T. de la Cierva, en ABC, de diciembre de 2013, , «Calvos insignes como Aristóteles y Julio César se aplicaban excremento de paloma, o ratones caseros quemados, en su desesperado intento de repoblar sus cabezas. Hoy, lejos de recurrir a repulsivos remedios caseros Iker Casillas, José Bono o Hilario Pino han dejado atrás su calvicie sometiéndose a un injerto de pelo. Y es que las cabezas de muñeca, que tan mala fama dieron a los antiguos implantes, forman parte de la historia. Las técnicas actuales son una obra de ingeniería capilar. Estas unidades foliculares (así se llaman) se extraen enteras para que una vez implantadas sigan viviendo en su habitat natural. Con esto se logra que «florezca» prácticamente el 100% del pelo trasplantado. Y sobre todo, se consigue mucha más naturalidad en el resultado».

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«El momento apropiado. No hay que esperar a que las entradas tomen terreno y la frente se despeje totalmente. El mejor ejemplo es John Travolta. El actor, en su obsesión por aferrarse a su juventud perdida y en esconder meticulosamente su alopecia, llevaba peluquín. Pero cuando un paparazzi le «robó» unas imagines en Hawaï de su cabeza tan desértica como la isla donde descansaba, decidió «repoblársela». Su paso de «bola de billar» a cabellera frondosa fue la noticia más comentada (y no precisamente en positivo) en las redes sociales. «Para que pasen inadvertidos, lo ideal es realizar trasplantes lo más precozmente posible»».

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«El futuro: clonación capilar. En el futuro, el cirujano tendrá una fuente inagotable de pelo. Ya se están aislando células de la papila del folículo piloso, que se cultivan «in vitro» y se multiplican en el laboratorio, antes de reinjertarlas en el cuero cabelludo del paciente, donde estimulan la formación de nuevos folículos capilares o revitalizan aquellos que dejaron de producir pelo».

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