El ciclismo es uno de los deportes que necesariamente se tiene que desarrollar al aire libre, con la consecuente exposición solar intensa que se asocia a largas horas de ejercicio. Además, al montar en bici, la sensación de calor que provocan los infrarrojos disminuye por el efecto de la velocidad y el aire que circula a nuestro alrededor, pero eso no implica que el resto de radiaciones solares, principalmente las ultravioleta, alcancen nuestra piel y causen daños irreversibles sobre ella.
Hasta hace unos años, no se tenía en cuenta las consecuencias a largo plazo que esta exposición repetida en el tiempo podía tener. Los deportistas de élite cuidaban su salud, con una alimentación equilibrada y con horas de descanso suficientes que le permitieran reponer fuerzas, pero se olvidaban en la mayoría de los casos, de una parte de su cuerpo muy vulnerable… la piel.
Una imagen vale más que mil palabras para explicar en este caso como las zonas expuestas acusaban el intenso daño por el efecto del sol, en comparación con esas zonas que habitualmente iban tapadas por prendas de ropa como los pantalones o los calcetines.
Este hecho nos permite insistir en la importancia de la protección física, aquella que no permite el paso de los rayos solares gracias a prendas de vestir, preferiblemente en tonos oscuros, o incluso ya hoy en día con telas especiales con fotoprotección solar incluida que aún siendo de tonos claros, impiden la entrada de las radiaciones ultravioleta. Pero hay que tener claro que sólo las zonas cubiertas estarán protegidas frente a ellas y el resto sufrirán los efectos negativos, por ello, vamos a recordar cuáles son y cómo podemos evitarlos:
1.- Cada día se conocen mejor los efectos secundarios indeseables a corto y largo plazo que produce la radiación solar. En el momento, la tan temida -o no tanto- quemadura solar, con su dolor característico y su pelado posterior.
2.- A más largo plazo, el fotoenvejecimiento con aparición de arrugas prematuras y muy marcadas, no sólo a nivel facial, sino también en otras zonas expuestas como escote, piernas, brazos o manos.
3.- Y por supuesto, los distintos tipos de cáncer de piel. Entre los cáncer más frecuente a nivel mundial se encuentra el melanoma, con una indecencia creciente en personas cada vez más jóvenes.
Es importante ser consciente del daño que se produce en nuestra piel cuando nos exponemos sin protección al sol a lo largo de nuestra vida.
Soluciones: Prendas de vestir adecuadas al deporte que realizamos, que cubran el máximo de superficie y un fotoprotector de alta potencia para las zonas descubiertas, así conseguiremos disfrutar del ciclismo de una forma aún más segura y saludable, previniendo males futuros.
Insistir en que no sólo hay que pensar en protegerse durante los meses de verano, o cuando se va a la playa. En el día a día también realizamos múltiples actividades bajo el sol que pueden dañar igualmente nuestra piel.
Cristina de Hoyos: Dermatóloga y Directora Técnica de Clínicas Ceta
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